Llegó marzo y con él, llegó Clarina…

Bibliopeque vuelve a cobrar ritmo y se reacomoda a los horarios de clases y a las múltiples actividades de sus integrantes que, con orgullo escribo, cada vez son más. Pero eso lo contaremos más adelante… porque es más adelante, dónde hemos reservado el mejor lugar, para los sueños y proyectos de todo un equipo de trabajo que se está formando.

Ahora, sólo les cuento que…

Clarina estaba de vacaciones y su ausencia se notaba cada día un poquito más. Una cosa es que ella esté en la ciudad y otra muy diferente es saberla lejos… porque lejos, siempre es lejos, no importa cuántos kilómetros sean, lejos significa que la persona que uno espera no llegará… y eso justamente es lo que nos hizo el verano aquí en la biblio, nos dejó demasiado solos.

-¡Decile por favor que no deje de escribir en las vacaciones!, le pedí a la mamá de Clarina una tardecita que nos cruzamos.
-¡Decile que la extrañamos!
-¡Decile que me traiga un cuento ni bien llegue!
-¡Decile que la estoy esperando!

Sí, amigos, la biblio sin los peque es como un libro inmóvil, recubierto de polvillo gris y desconcertada tristeza…

Y Clarina volvió.

-Te traje un cuento, dijo suavecito estirando la mano, pero me tengo que ir porque ya es tarde…

-¿Venís mañana?, le pregunté.

-Si puedo sí…, dijo tan tímida como el primer día que la vi. Y eso fue todo.

O casi todo, porque Clarina no volvió hasta dos semanas después.

Sí. ¡¡Dos semanas!!

- Hola, ¿Carolina? Te hablo de la biblio, ¿le pasa algo a Clarina?

- …

-Ah, bueno, ¡qué suerte! Estaba preocupada ¡¡hace muchos días que no vienen por acá!!

-…

-Sí, dos semanas, por eso te llamo… ¿Qué? ¿Otro cuento? ¿¿En serio??
Buenísimo, las espero mañana después de la cinco…

- …

Y se hizo mañana y se hicieron las cinco y casi no llego a la cita. Clarina me esperó y finalmente pudimos sentarnos a trabajar. Primero leí el cuento que escribió en las vacaciones y le corregimos alguno de mis errores de tipeo, luego ella leyó el otro cuento que había traído, lo copiamos, volvimos a revisarlo varias veces y nos quedamos charlando muy entretenidas en el salón de lectura de los más chiquitos, tanto hablamos, que ni siquiera nos dimos cuenta que la gente se había ido y la biblio ya cerraba.

¡Y todo volvió a ser como antes de las vacaciones!

Volvieron las ideas, las miradas de asombro, la risa de entusiasmo y también mis ganas de sentarme a escribir sobre lo linda que se pone la biblio cuando llegan los peque… y con ellos, llegan cuentos como este: